JESÚS, NUESTRO MEJOR ESPEJO
(Domingos XXI y XXII – 21 y 28 de agosto)
En Cesarea de Filipo, Jesús pregunta a sus discípulos “qué dice la gente de Él?, para llegar, luego, a preguntarles a los discípulos: “Y ustedes quién dice que Soy?”. Pedro contesta: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”, lo cual le gana la alabanza de Jesús.
Pero lo más interesante, la Buena Noticia escondida es que cuando Pedro reconoce a Jesús se abre la posibilidad de reconocerse a sí mismo. A la afirmación de Pedro acerca de quién es Jesús, corresponde inmediatamente la afirmación de Jesús: “Y Tú eres Pedro…”.
Cuando Pedro logra responder la pregunta acerca de quien Jesús, responde la pregunta más honda suya: quién soy yo?.
Por eso Jesús es Buena Noticia. Así como Pedro, nosotros necesitamos responder en algún momento la pregunta: quién soy yo? Hasta que no la responda andaré inquieto, perdido, o desorientado. Es una pregunta dinámica, que se replanteará en los distintos momentos de nuestra vida, que adquirirá más profundidad y formas según el paso de los años y las circunstancias. Ahí está Buena Notica del domingo pasado: Jesús es buena noticia porque responde a nuestras preguntas más radicales, es fuente de sentido para nosotros, cuando lo reconocemos nos reconocemos a nosotros mismos. La tarea nuestra será conectar la respuesta acerca de quién es Jesús con la pregunta acerca de quién soy Yo. Hasta que esa conexión no se de, puede que Jesús no adquiera la fuerza y la pasión que se necesita para ser sus discípulos y decirle con el colorido de nuestra vida: “Tú eres el Mesías, mi Mesías, el Hijo de Dios”. Jesús es nuestro mejor espejo, allí sabemos quiénes somos.
El Evangelio de hoy, nos presenta la continuación del diálogo anterior. Jesús anuncia que Él debe padecer, sufrir y morir, resucitar. Pedro razona con lógica humana, y lo reprende diciéndole que eso no puede pasarle. Y se liga el rezongo de Jesús, el peor de todos “Apártate de mi Satanás, porque eres un obstáculo para mí, piensas como los hombres y no como Dios”.
Pedro razona como lo harías tu o yo. Si Jesús es el Mesías, cómo va a pasarle esas cosas? No se supone que deba triunfar?. Y aquí está la clave de hoy: Jesús es un Mesías con Cruz. Un Mesías sufriente. Un Mesías que por amor pasa por el dolor. Jesús nuestro mejor espejo nos muestra el auténtico amor, el “ágape” cristiano: la decisión de entregar la vida hasta el fin, pasando por la entrega total y sufriente. Jesús no es un superhéroe al estilo moderno, ni un masoquista. Jesús es un Mesías sufriente. Un Mesías, que lo es justamente porque salva de todo lo que nos bloquea, y por eso no podría pasar de largo por la realidad del dolor y del fracaso, condimento de la vida.
Jesús rompe esquemas: nos imaginamos el dolor, el fracaso, todo eso que denominamos como Cruz, como lugar de triunfo?. Más en esta sociedad moderna, posmoderna, que propone la felicidad en el éxito triunfal, que huye de la experiencia humana del fracaso, que se hace analgésica al dolor, y muy abúlica al sacrificio y la abnegación propia de la entrega amorosa auténtica.
Jesús dice hoy que la vida se logra, se realiza, se hace plena, feliz cuando se entrega por Él y por el Evangelio. Sólo en el amor se logra la plenitud de vida. La entrega amorosa según su modelo.
El amor pasa por la cruz. No hay amor sin dolor. Aquí recordamos la magistral frase de Madre Teresa de Calcuta: “Ama hasta que duela. Si duele es una buena señal”.
Pues bien, hoy la Buena Noticia, es que si entregas la vida poo Jesús y el Evangelio habrás logrado su plenitud. Que la condición es cargar con la Cruz. Que el auténtico amor carga con el dolor que le viene. Y que puede transformar ese dolor.
De aquí surgen muchas preguntas que te dejo para seguir meditando:
¿Buscas responder a la pregunta por quién soy yo y las que le son afines con la pregunta acerca de quién es Jesús? Cómo está tal conexión entre lo que Jesús te ofrece y los reclamos más profundos de tu corazón? Buscas esa conexión?
¿Cómo vives el convencimiento de que la vida se logra, se realiza, se encuentra por el amor, dándola?
¿Cómo tienes integrada la Cruz dentro de esa opción de amor? Te duele amar?
¿Experimentas el fracaso, las situaciones de dolor, de oscuridad, como lugares de triunfo, así como la Cruz fue lugar de triunfo del Mesías Jesús? Cuál es tu “idea” de éxito?
Te confieso que, desde que descubrí que el amor al estilo de Jesús es lo que plenifica mi vida, busco vivir desde esa fuente. También me he dado cuenta que hay que cargar la cruz, cosa que trato. Compruebo que si nos largamos a amar, experimentamos el dolor. Pero también el gozo. El amor esta hecho de gozo y dolor. Personalmente en momentos de Cruz, pasando por ella, he tenido los gozos más grandes de mi vida de encuentro con el Señor.
Pues bien, hoy te invito a “no sacarle el cuerpo a la cruz”, sino, vivir decidido en el amor, asumir la cruz que nos toque, y hacerla fecunda, fuente de Resurrección. Y haremos como Jesús: pondremos patas para arriba la idea de éxito que hoy nuestra sociedad maneja y a veces se nos cuela si no estamos atento. Que también sea nuestra la “victoria que nace del Crucificado”, nuestro mejor espejo.
Raúl Rega
- Comprometido en el sagrado arte de acompañar a los jóvenes -
"Por favor, perdón y gracias. Tres palabras mágicas para la vida y el corazón"
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