viernes, 6 de agosto de 2010

Para un proyecto cristiano de orientación vocacional

Todo es bueno


la vida

Todo es bueno, pero no todo es conveniente.
Cada cosa tiene su valor y su justa ubicación.
¿Cómo descubro el valor positivo de cada cosa y cómo puedo armar mi escala de valores?

la palabra

EL ESPÍRITU SANTO Y LA CREACIÓN

"El espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas...

Entonces Yavé Dios formó al ser humano con arcilla de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida. Así existió el ser humano con aliento y vida". (Gén 1,2 y 2,7).

Otra lectura bíblica: Rom 8,19-24. La Creación gime.

La Biblia nos dice que el ser humano, varón y mujer, fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Y su Espíritu, su aliento estaban con él desde el principio. "Por medio de las manos del Padre, es decir, por medio del Hijo y del Espíritu, se hace el hombre a imagen de Dios" (San Ireneo).

Ese mismo aliento divino, su Espíritu, nos inunda desde el primer día de la creación y nos hace vivir la vida plena de los hijos de Dios. Fue ese mismo Espíritu el que le dio sabiduría al ser humano (= Adán) para que nombrara todas las cosas según su naturaleza (cfr. Gén 2,20).
Hemos escuchado, más de alguna vez, este relato bíblico y quizás hemos saboreado la belleza poética de estos relatos del Génesis. Pero no siempre nos hemos detenido a sentir cómo el Espíritu de Dios se hace acción y vida en un cuerpo y en toda la naturaleza.

Nuestra vida y nuestro aliento nacen del aliento de Dios, brotan del Espíritu. Es Él quien sostiene nuestra vida. Aun cuando los seres humanos renunciemos reconocer a Dios en nuestra vida, el Espíritu de Dios siempre nos sostiene y protege, llevando la creación y la historia a su plenitud. Dios nos ama y quiere que nuestra entrega sea libre y voluntaria y que nuestro amor sea una respuesta al suyo, pero no condicionado.

La experiencia de sentir la fuerza y presencia del Espíritu Santo es la de darnos cuenta que Dios está presente en medio nuestro. Abrir los ojos y ver la fuerza de la vida en nuestro entorno, notar los cauces de la naturaleza y su obstinada sabiduría que nos muestra la belleza singular del universo entero.

Desde nuestra experiencia cotidiana, en los momentos de mayor felicidad y en los de mayor tristeza, siempre podemos notar que hay una fuerza que nos sostiene y nos alienta, que nos lleva a ver más allá de lo aparente y que nos muestra caminos para realizar nuestros proyectos y nuestra historia; es el Espíritu Santo que nos invita a seguir el camino del amor. Podemos, libremente, aceptar su llamada y su invitación, reconocer su presencia y pedir su guía en nuestro andar. Así, nuestra existencia cobrará un sentido profundo y pleno.

Naturaleza y libertad humana, existencia y creación, vida que brota por todos los rincones, amor derramado y entregado al prójimo: es la acción del Espíritu Santo que no descansa y se manifiesta para darnos una vida plena.

el compromiso

1. ¿Siento que todas las cosas a mi alrededor son un don de Dios, que todo lo hizo bien?



2. ¿Qué signos de su presencia descubrimos en la naturaleza?




3. ¿Qué signos de su presencia descubro en mi?




Oración

Espíritu Santo,
creador y animador
de la vida:
llena con tu aliento
mi existencia
para descubrir tu acción
en el mundo,
en la vida
de mis hermanos,
en mi propio ser;
haz de mí un testigo
de tu amor. Amén.

Todo lo bueno que hay en mí

¡Es tan común detenernos en nuestros defectos!
No nos damos cuenta de que Dios a todos
nos regaló talentos y que en esta vida tenemos
la misión de conocer y multiplicar los talentos
que Dios nos regaló.

Al final de la vida, nuestro Señor,
nos va a preguntar qué hicimos con ellos.

Un día, Graciela, una animadora de un campamento de verano, reunió a todos los chicos antes de la merienda y les preguntó si alguna vez habían dejado un regalo sin abrir, o si conocían a alguna persona que no hubiera abierto su regalo. Por supuesto que todos los chicos dijeron que no. Entonces Graciela les dijo: "Seguramente alguno de ustedes todavía no abrió los regalos que Dios le ha dado". Los chicos quedaron un poco perplejos; pero la animadora explicó que cuando no conocemos y no valoramos los dones que cada uno ha recibido, estamos desperdiciándolos. Lo importante no es quejarse por lo que nos falta, sino potenciar las cosas lindas que están en cada uno de nosotros.

La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante (Jn 15,8).

El ser humano es un misterio y esto es una maravilla. Sólo Dios lo conoce profundamente. "¿Quién puede conocer lo más íntimo de una persona sino el espíritu de la misma persona?" (1Cor 2,11).


Fuente UMBRALES Nº 153

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