ADVIENTO:
tiempo de memoria, tiempo de celebración, tiempo de esperanza
(Subsidio para Catequistas o Guías de grupo)
*Ambientación:
Al inicio del Año Litúrgico, preparando la celebración de la Navidad, la comunidad cristiana es invitada a dedicar unas semanas a preparar, esperar y celebrar en nuestras vidas la venida del Señor. Profundizamos el anhelo de su venida abriendo el corazón y acogiéndolo con alegría y esperanza en nuestras vidas.
Esta venida del Señor no es ficción de una espera como si fuésemos hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al Mesías. Nosotros sí hemos conocido ya su venida en nuestra historia hace dos mil años en Belén. Esta venida histórica, que conmemoramos en la Navidad, deja en nosotros el anhelo y la esperanza de una venida más plena. Por esto decimos que el Adviento celebra una triple dimensión de un solo acontecimiento como es la venida del Señor:
*en primer lugar la venida histórica, cuando “se hizo carne” para hacer presente en el mundo la Buena Noticia del amor de Dios;
*en segundo lugar, la que se realiza ahora, cada día, a través de la Eucaristía y de los demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia comenzando por el signo de los hermanos y de los hermanos pobres;
*finalmente, en tercer lugar, la gloriosa y definitiva venida, al final de los tiempos, cuando llegue a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna.
-Una anécdota del P. Mamerto Menapace puede inspirarnos y sugerirnos cómo vivir este tiempo de espera que caracteriza el Adviento:
*Profundización:
“Se trata de una familia numerosa que pasa por una crítica situación económica. Un día el esposo le dijo a su mujer: - Mirá flaca, las cosas están mal y muy a pesar mío tendré que irme al extranjero para buscar algún trabajo que nos saque a flote. Tengo en vista una posibilidad de un trabajo importante pero esto va a suponer ausentarme por un tiempo y no puedo decirte ahora cuando será el regreso. Nos vamos a extrañar mucho, los chicos van a sufrir mi ausencia. Hemos vivido cosas muy lindas que nos han sostenido muy unidos. ¡Cómo me gustaría que en todo este tiempo en la espera de nuestro reencuentro no las olvidáramos! ¡Ojalá! Sea lo más pronto posible.
Al despedirse le dijo a su esposa: -Flaca, te encargo mucho a los chicos que tanto queremos.
El esposo partió. Al principio las noticias eran bastantes frecuentes, pero a medida que pasaba el tiempo y el trabajo se intensificaba, esas noticias se hacían cada vez más espaciadas. Y nunca faltaba alguna amiga que le decía: -Che, ¿hace mucho que no recibís noticias de tu marido?
-Y… sí, mirá, hace tiempo.
-¿Y esto te debe preocupar?
-No…, en fin, calculo que debe ser porque está bien y su trabajo no le deja tiempo.
Lo que al principio eran como pequeñas insinuaciones, después se fueron haciendo comentarios y no faltó alguna otra amiga que le dijera:
-¿Vos estás segura que tu esposo va a volver?
Mirá que hace mucho tiempo que no tenés noticias. No…yo te digo nomás.
Entonces, se empezó a ver una cosa muy especial. Por las noches, la luz del apartamento quedaba encendida hasta altas horas de la madrugada. Pero a la mañana, en lugar de parecer que esta mujer se la había pasado llorando, desconfiando, aparecía más luminosa, más dinámica, más contenta, con más vitalidad para seguir ocupándose de los chicos, de las cosas, de los intereses de su esposo ausente.
-Y algunos decían:
-Es tan orgullosa la pobre que no se anima a reconocer que también ella ya duda del regreso de su esposo. Por eso se queda hasta la noche y prefiere llorar en privado.
Pero lo cierto es que no parecía como que a la noche hubiera llorado, o hubiera desconfiado.
Un buen día, se dio finalmente el esperado regreso. La alegría fue indescriptible, Un abrazo interminable unió a la familia. La fidelidad en la espera no fue en vano.
Entonces el esposo le dijo: -Che, escuché comentarios que te quedabas hasta altas horas de la noche con la luz prendida, y que de ahí tomabas un poco de fuerza para esta espera que se hizo tan larga para ti y para mi, pero que al mismo tiempo te reanimaba en cada jornada.¿Qué hacías?
Entonces ella lo llevó a su cuarto, le abrió un cofre que tenía y le mostró todas las cartas, los telegramas, los versos que se habían escrito de novios. Ella había ido guardando todos esos papeles, la tarjeta de casamiento, las fotos.
Y ella le dijo:
-Mirá, yo en este largo tiempo de espera, por la noche, volvía a releer esos mensajes que me habías mandado en otros momentos de nuestra vida, y todos esos antiguos escritos sostuvieron mi espera. E incluso lo comentaba con los chicos, les mostraba las fotos, especialmente el día de tu cumpleaños. Y eso es lo que hizo posible que esta esperanza, sostenida por todo esto, leído en estos años, me hiciera tener la certeza de tu regreso, que hoy finalmente se ha dado”. Aquí termina la anécdota.
• ¿Qué nos hace pensar la situación de esta familia?
• ¿Qué es lo que la ha mantenido unida?
(dar lugar a un personalizado intercambio)
*A la luz de la Palabra:
Fíjense que eso es un poco lo que hace la Iglesia, lo que hacen nuestras comunidades, como la gran familia de Dios, en este tiempo que llamamos Adviento. Lee una y otra vez “la Carta” de la Palabra de Dios, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; en la oración personal y comunitaria, en la contemplación de los acontecimientos, en las celebraciones de los sacramentos, en la relación fraterna, especialmente con quienes son los privilegiados en la atención del amor de Jesús: los pobres, para mantenerse y alimentar la certeza en la espera de la Venida del Señor. En la anécdota de Mamerto Menapace las cartas, las fotos, la celebración de acontecimientos familiares, los cuentos de la mamá a los chicos sobre su padre, mantenía y alimentaba en ellos la espera del retorno del esposo. A pesar de las muchas dificultades, los susurros de las amigas que intentaban aflojar la fidelidad en la espera, no lograron quebrar su esperanza.
En la lª Carta Pastoral del Obispo de Canelones, Mons. Alberto Sanguinetti, señala la importancia de la esperanza: “Los seres humanos y las comunidades son según su esperanza. Somos seres prospectivos, hacia delante. La esperanza es el dinamismo de nuestra existencia. Obramos y somos de acuerdo con lo que esperamos y según lo esperamos. Ahora bien, ¿da lo mismo esperar una cosa que otra? No. El valor esperanza lo da el bien verdadero que esperamos. Y, también, la esperanza es valedera si de alguna manera es alcanzable: de lo contrario es un escape, una ilusión. Por eso es importante, preguntarnos: ¿qué espero?, es decir, ¿qué deseo, con fuerza, y hacia qué tiendo?; ¿cuánto espero?, ¿de quién lo espero?, ¿con qué paciencia y esfuerzo espero?, ¿es correcto y digno lo que espero?, ¿es verdadero?, ¿es posible?” (Párr. 2, a).
El Adviento es un tiempo de hacer memoria de la primera venida del Emmanuel, el Señor con nosotros, de celebrar su presencia cotidiana hasta el fin del mundo, de rumiar y abrirnos a la esperanza cierta de la su Venida gloriosa.
Por esto señala Mons. Sanguinetti en la Carta Pastoral aludida “El Adviento es una invitación a renovarnos en la esperanza de que Cristo vendrá glorioso, en la resurrección de los muertos y la vida eterna, la vida del mundo futuro. Escuchando con la Iglesia la Palabra de Dios y suplicando con Ella, nos levantamos a la verdadera esperanza que nos purifica. Al mismo tiempo, a Cristo glorioso, a quien esperamos, lo recibimos en su primera venida humilde, pobre, sufriente, salvadora. Por eso miramos y contemplamos a Cristo, Hijo Eterno de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, engendrado de María Virgen. La Navidad nos abre a la esperanza de que Cristo habite en nuestros corazones por la fe, hasta que lo poseamos y nos posea en la gloria” (Parr. 3).
En este tiempo la Palabra de Dios mostrada y anunciada por grandes y significativos personajes como el profeta Isaías, Juan el Bautista, San José y, sobre todo, María, nos iluminan sosteniéndonos en el anhelo y en la esperanza de que “el Señor que viene”.
*Hacernos cargo del Mensaje de la Palabra:
-ISAÍAS -2, 1-15: “Él (Señor) nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas”;
- 11, 1-10: “Sobre él reposará el espíritu del Señor…las naciones la (justicia) buscarán y la gloria será su morada”;
-36, 1-6ª. 10: “¡Sean fuertes, no teman: ahí está Dios…viene a salvarlos!”;
-7, 10-14: “La joven dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel”
. . .
-JUAN EL BAUTISTA, -Mt. 3, 1-12: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”… Yo los bautizo con agua para que se conviertan…”;
-Mt. 11,2-11: “¿Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro?”. “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven…”
. . .
-MARÍA, -Lc. 1, 26-38: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu palabra”;
-Mt. 1, 18-24: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel”…”Dios con nosotros”;
. . .
JOSÉ, esposo de María: -Mt. 1, 18-24: “María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto…” . “José, hijo de David, no temas recibir a María…lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo… a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de todos sus pecados…
Al despertar, José llevó a María a su casa”.
. . .
*Meditemos y oremos
La metodología de la Lectura Orante que es “capaz de abrirnos no sólo el tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente” puede guiarnos, valiéndonos de alguno de los textos propuestos y proclamados en las Celebraciones Eucarísticas dominicales.
Las conocidas preguntas-guías empleadas en el desarrollo de la Lectura Orante nos introducirán en el sentido de la “Carta” de la Palabra de Dios, de los gestos de Dios que germinan la salvación en nuestra vida cotidiana, de la apertura del corazón para acoger al Señor que viene:
• ¿Qué dice el texto bíblico en sí mismo?
• ¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros?
• ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a
su Palabra?
• ¿Qué le decimos al Señor?
• ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida
nos pide el Señor?
. . .
-Concédenos, Señor, permanecer alertas a la venida de tu Hijo, ¡Ven, Señor Jesús!
-Ven, Señor, y no tardes, ¡Ven, Señor Jesús!
-Despierta, Señor, nuestros corazones, ¡Ven, Señor Jesús!
-Que brille tu rostro y nos salve, ¡Ven, Señor Jesús!
-Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación, ¡Ven, Señor Jesús!
-Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, ¡Ven, Señor Jesús!
-Tú, Señor, estás cerca, ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO…
.Este Subsidio es una mera sugerencia que puede ayudarnos a preparar la celebración de la Navidad a través de un Retiro, o de una vigilia de oración, o simplemente elementos para una meditación. No quiere decir que se tomen todos los personajes o textos, sino lo que más ayude y favorezca la oración personal o grupal.
¡Ojalá que les preste este servicio! siendo para mí la ocasión de un fraterno saludo navideño lleno de las bendiciones del Señor y de esperanza para el nuevo año 2011.
Los recuerdo permanentemente en la oración.
+Orlando Romero
Obispo emérito de Canelones
Diciembre, Adviento del 2010
COORDINADORA PASTORAL - Colegio NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. Maestro Rogelio Leites.
martes, 7 de diciembre de 2010
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