lunes, 30 de marzo de 2009

PENSAR LA CATEQUESIS


LA PERSONA DEL CATEQUISTA

LA PEDAGOGÍA DE DIOS
Comenzamos a enriqueser este espacio de catequesis virtual con algunas reflexiones que no bien mal tener en cuenta. Si bien en este caso me dirijo específicamente a los catequistas, no quita que la reflexión pueda ser para todos los agentes pastorales del colegio y sus destinatarios.

Para este espacio, comenzaré a profundizar algunos documentos bien interesantes de ser tenidos en cuneta por el colectivo catequista: Entre ellos el Directorio General para la Catequesis. Los criterios orientadores para la catequesis en América Latina y las orientaciones de la Conferencia Episcopal Uruguaya para los catequistas.
El catequista está llamado no sólo a "saber" sino también a saber transmitir su experiencia de fe y es aquí donde entra en juego la Pedagogía.
Las actitudes básicas que han de configurar nuestra pedagogía son las mismas que Dios manifiesta al revelarse a los hombres. Por esto fijemos nuestra atención en la Pedagogía de Dios:
Para atender a una pedagogía propia de la catequesis y de la evangelización, debemos recurrir a la fuente de todas las pedagogías. Dios mismo, es en si y en su forma de manifestarse una escuela de catequesis. Hablar de la pedagogía de Dios, es hablar de la forma con la que él se revela, es hablar de la forma en que él se da a conocer.
Un primer elemento que descubrimos en su pedagógica revelación para con el hombre es la forma en que elige un pueblo para sí. La iniciativa parte desde él, él elige a su pueblo, y el le enseña a caminar:

Enseñé a Efraín a caminar, tomándole por los brazos.. ..con lazos humanos los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer… (Os. 11, 3 – 4)

Dios ofrece con amor lo que tiene reservado al ser humano; él mismo es el amor. Esto podría llamarse el alma de la pedagogía divina. Amor que humaniza y dignifica; que hermana y promueve; amor que personaliza y orienta las mejores energías espirituales en el sentido de la vocación personal y comunitaria, que cada uno posee en el designio de Dios[1].
Amor que convoca e integra grupos, comunidades y pueblos. Amor que corrige, cuando es necesario; amor, en fin que es ternura y servicio.
Así, entendemos la segunda característica de esta pedagogía, se caracteriza por ser un diálogo de amor eterno, cercano (Is. 54, 8) y una enseñanza que alcanza a cada uno al interno de su comunidad: “Es una enseñanza que tiene como base el pleno respeto de la libertad de las personas” (Sal. 25, 4 y 71, 17)
Una tercer característica en la pedagogía de Dios se relaciona al objetivo que tiene en la vida del hombre, Dios desea que este descubra la gracia de la Salvación. Para ello el hombre debe convertir su vida.
-He escuchado el clamor de mi pueblo… (Ex. 3 – 9) Después de su escucha amorosa, Dios habla.
Su palabra es portadora de esperanza, se da como respuesta amorosa a la urgencia de Salvación.
Cuando Dios habla lo hace con signos, palabras y hechos estrechamente ligados a su propósito de salvación.
Para comunicarse se aprovecha de personas concretas e históricamente situadas, ayer, los profetas, hoy, nosotros.
Se dice, que esta pedagogía es paciente, respeta el ritmo de los pueblos, el devenir de su historia, la circunstancia de sus idas y venidas, a diferencia de la pedagogía que empleó Jesús que era más personal, la pedagogía de Dios insiste en lo comunitario, lo de todos.
Siempre la pedagogía de Dios está inmersa en una moral de lo bueno y aconsejable para todos[2]. En el caso de nuestra catequesis no debe descuidar los principios morales transferidos por la tradición de nuestra Iglesia a lo largo del tiempo.
Cada catequesis es, en sí misma, una continuación de esta pedagogía de Dios. Que trata de ser cercana a los otros, que busca formar comunidad, que no descuida la preocupación y la oración de todos los que forman el grupo hoy y ahora, y que en lo más explícito de su mensaje atiende a la vocación del hombre hacia la santidad inspirando su vida terrena de un hálito moral común para todos y necesario para concretar tal fin.
“SOMOS EN FUNCIÓN DE LOS OTROS COMO DIOS LO ES EN FUNCIÓN DE TODOS”
En próximas entregas abordaremos la experiencia de nuestra catequesis desde la dimensión de la pedagogía de Jesús, hermano, amigo y maestro de todos los hombres.

[1] CAL – Orientaciones para la catequesis en América Latina, párrafo 146.
[2] CAL – Orientaciones para la catequesis en América Latina, párrafo 150.
CUARESMA.

Estamos en Cuaresma, Señor, el tiempo de preparación para la Pascua.
El mismo mes que la naturaleza prepara el otoño,
nosotros preparamos la Pascua de Resurrección.

Tú enseñabas a los de tu tiempo que la norma está al servicio del hombre
y que el hombre no es esclavo de la ley,
porque los hijos de Dios no han de vivir como esclavos.

Estamos en tiempo de Cuaresma.
Deseo, Señor, para nosotros un otoño de crecer y madurar:
deseo para nosotros cabezas que sepan pensar,
corazones generosos para actuar
y conciencias responsables al decidir.

Que acojamos con generosidad las normas que son necesarias,
y no nos dejemos imponer obligaciones que nos esclavizan.
Así sea.

Directorio para la catequesis 1

  Directorio para la Catequesis. Capítulo 1 Terminamos rezando.